Han pasado unos tres meses desde que me lancé al mundo de los teclados divididos y culpo a mi yo ahorrador y a tech twitter por empujarme a comprar algo que probablemente debí tener hace tiempo.
No soy un coder que escribe sin parar durante horas, pero tecleo muchísimo en Slack y soy de los que más documentación y actualizaciones de playbooks hace en el equipo. Con el tiempo empecé a notar rigidez en las muñecas después de sesiones intensas. Pensé que aún me faltaban años para llegar al dolor físico en el trabajo, el emocional ya venía incluido. Después de ver streams, videos y montones de hilos sobre cómo los teclados split son lo más recomendado para cuidar tus manos y rendir mejor, decidí unirme al club.
Aprovechando mi cumpleaños, mi pareja insistió en que comprara algo especial, así que me decidí por un ZSA Moonlander MK I. Cumplía con lo que buscaba: es split, permite personalizar keycaps y switches, se puede programar para automatizar acciones y atajos, tiene RGB para darle vida al setup, hay extras imprimibles o que puedes comprar al fabricante y, además, luce espectacular.
No voy a mentir, los primeros días apenas lograba escribir 4 a 7 palabras por minuto. Todo era confuso y tenía que mirar constantemente para acertar en la tecla correcta. Para empeorarlo elegí la versión con keycaps en blanco, así que la frustración escaló rápido. Por suerte tenía algunos keycaps de repuesto de mis teclados Razer y los usé mientras me habituaba.
Otra gran inversión de tiempo fue encontrar la distribución de teclas ideal. Pasé horas flasheando el teclado una y otra vez porque no encontraba ciertos símbolos o no tenía sentido su ubicación para mi memoria muscular. Tras varias iteraciones di con una configuración bala de plata que me permitió fluir.
En aproximadamente mes y medio recuperé mi velocidad media de escritura, entre 90 y 105 palabras por minuto, con errores mínimos. Y lo mejor, las largas sesiones de documentación y redacción dejaron de causarme molestias.
El setup final, con el teclado dividido, se ve increíble y, sinceramente, estoy muy contento con la compra.
Resumen rápido: sí, estos teclados son caros, pero valen cada euro. Son divertidos, personalizables y te ayudan mucho a largo plazo.
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Hasta la próxima. Adiós