Cuando nos propusimos crear nuestro primer recorrido 3D de producto, imaginamos una experiencia fluida e inmersiva que permitiera explorar cada detalle como si lo tuvieras en la mano. Lo que no esperábamos fueron las innumerables lecciones técnicas, creativas y hasta filosóficas que aparecieron en el proceso.
Aprendizajes clave de la travesía:
1. La simplicidad vence a la complejidad Nuestro primer prototipo estaba cargado de animaciones, hotspots y capas interactivas. Aunque se veía impresionante, la gente se sentía abrumada. Descubrimos que una narrativa clara y guiada importa más que lo llamativo. Mejor interacciones con propósito que todo a la vez.
2. El rendimiento lo decide todo Un 3D espectacular no sirve si se arrastra. Subestimamos la optimización de polígonos, la compresión de texturas y los tiempos de carga. La gran lección: una experiencia fluida y rápida genera confianza, una lenta la destruye.
3. La historia impulsa el compromiso Un recorrido 3D no es solo mostrar funciones, es contar una historia. Al vincular cada interacción con casos de uso reales, las personas exploraron más y recordaron mejor. La narrativa es la columna vertebral de la inmersión.
4. La accesibilidad también cuenta en 3D Repensamos la accesibilidad en un contexto tridimensional: navegación con teclado, roles ARIA y un modo ligero para hardware limitado. Diseñar de forma inclusiva amplió el alcance y demostró que 3D no tiene por qué excluir a nadie.
5. Probar con usuarios reales no tiene precio Creíamos saber lo que quería la gente hasta que pusimos el tour en sus manos. Las primeras pruebas detectaron controles confusos, funciones desapercibidas e incluso disparadores de mareo por movimiento. La iteración continua evitó lanzar algo que se veía bien pero se sentía mal.
6. Los retos multidispositivo son reales Construir para escritorio, móvil y visores AR exige compromiso constante. Los controles deben adaptarse, la interfaz necesita flexibilidad y la optimización varía por dispositivo. Lección clave: diseña para la adaptabilidad, no para la perfección estática.
7. El factor wow merece la pena A pesar de los obstáculos, la primera vez que alguien dijo que sentía el producto en sus manos supimos que el esfuerzo valía la pena. Un tour 3D no es solo una función, es una experiencia que deja huella.
Reflexión final
Nuestro primer recorrido 3D estuvo lejos de ser perfecto, pero esas lecciones redefinieron cómo abordamos experiencias inmersivas. La conclusión más importante: un gran 3D no va solo de tecnología, va de claridad, rendimiento y conexión humana. Si estás pensando en construir uno, empieza simple, prueba pronto y deja que la historia marque el camino.
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