Confesión directa: fusioné un pull request generado por IA sin leer ni una sola línea. La CI estaba en verde, lo mandé a staging y explotó. El log señalaba una función que ni siquiera existía en la librería. Ahí recordé una vieja ley que sigue vigente en 2025: RTFC leer el maldito código.
Durante años RTFC fue supervivencia. Si la documentación mentía o estaba desactualizada, si las APIs se contradecían, abrías el código fuente. En mi primer susto con C en la universidad, una función devolvía un puntero a memoria liberada. Nada de eso estaba en los manuales, pero sí en el código. Aprendí que RTFC no era opcional.
Hoy la vibra cambió: confiamos en las herramientas. Instalas una ORM, importas un framework de IA, despliegas con pipelines y rara vez miras el source de terceros. Y suele funcionar. Linters, tipos, tests y CI bloquean muchos errores. Es como conducir automático: puedes avanzar sin saber de embrague. El problema es que la automatización te dice qué está mal, no por qué. Cuando la causa real se esconde tres capas abajo en una dependencia, si no entrenaste el músculo RTFC, depurar se siente como pelear a ciegas.
La confianza ciega tiene precio. Recuerda left pad en 2016: un paquete minúsculo se retiró y medio ecosistema JS se cayó. Nadie lo había leído. Por qué habrías de leerlo. Dependencias incompatibles, documentación obsoleta, errores silenciosos de integración, todo eso se resuelve abriendo el código y entendiendo cómo encajan las piezas. La comodidad acumula deuda de habilidades. El día que la abstracción falla, esa deuda vence.
Cuándo RTFC todavía te salva:
Rendimiento extraño cuando el perfilador apunta a una llamada de librería opaca. Seguridad cuando aparece un CVE y necesitas saber con precisión qué vulnerabilidad estás mitigando y en qué versión. Casos límite raros cuando algo revienta solo ciertos días o con inputs específicos y la única pista vive en una función escondida.
La IA añade otra capa. Muchos hacemos RTAI leer la salida de la IA. Escribimos un comentario, la máquina genera código coherente y lo aceptamos. Pero la IA no es un motor de corrección, es un motor de confianza. Puede inventar funciones, usar APIs deprecadas o ignorar bordes. Si dejas de validar y de leer, el músculo RTFC se atrofia. Y cuando la IA te lleve a un barranco, tendrás que salir a pulso volviendo a lo básico: leer el código.
No se trata de volver a inspeccionar cada archivo de cada dependencia. Se trata de saber cuándo romper el cristal de emergencia y leer. Piensa en un plan práctico de RTFC para el 10 por ciento crítico:
Indicadores de romper el cristal RTFC
1. La documentación no coincide con el comportamiento real. 2. Cambios de versión mayor con breaking changes o migraciones dudosas. 3. Rendimiento anómalo o latencias que suben sin explicación. 4. Errores intermitentes, condiciones de carrera o comportamiento no determinista. 5. Incidentes de seguridad, auditorías o parcheo urgente. 6. Integraciones complejas entre servicios y librerías que nadie del equipo domina. 7. Tests que pasan pero la métrica de negocio cae o hay pérdidas silenciosas de datos. 8. Código generado por IA que no entiendes completamente. 9. Dependencias críticas con historial de issues abiertos sin resolver. 10. Ausencia de ejemplos oficiales para tu caso de uso.
Un ejemplo real que me mordió: la IA generó un merge de pandas que por defecto hace inner join. Las filas sin correspondencia desaparecían en silencio. Al leer código y tests de pandas entendí el comportamiento por defecto y lo ajusté a un outer join. Sin ese RTFC habríamos enviado a producción pérdida silenciosa de datos.
Conclusión equilibrada: confía en las herramientas por defecto para moverte rápido, pero no pierdas la capacidad de abrir el capó cuando algo no cierra. Las abstracciones, la automatización y la IA nos permiten crear más y mejor, pero cuando el sistema falla de formas que la pipeline no explica, solo quienes conservan el hábito de leer código tienen las llaves.
Y sí, esto también va de cultura y procesos. Mantén vivo el músculo RTFC con revisiones de código que prioricen comprensión sobre checklists, con pruebas de caja gris, con pequeños spikes donde se lee la implementación real de la librería crítica. Documenta hallazgos en el repositorio y reduce la dependencia de tutoriales que quedan viejos en semanas.
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