Cuando pienso en mi primer trabajo de diseño, el prototipado era la parte del proceso que devoraba mis noches y fines de semana. Pasaba horas moviendo cajas en Figma, ajustando flujos y uniendo caminos clicables solo para mostrar cómo podría comportarse una única funcionalidad.
Ahora, con la inteligencia artificial entrando en la caja de herramientas, ese trabajo se ve completamente distinto.
De lienzo en blanco a punto de partida. La IA no reemplaza el diseño, pero sí reemplaza la página vacía. En lugar de mirar un marco vacío, describo el flujo que imagino, por ejemplo un checkout móvil en tres pasos con un modal de upsell, y en segundos obtengo un borrador funcional.
Ese borrador no es perfecto, pero me da ventaja. Es más fácil editar algo que existe que inventarlo desde cero, y eso me libera tiempo para refinar detalles de interacción o probar variaciones con usuarios.
La capa de criterio. Lo que la IA no puede hacer, y probablemente no hará por mucho tiempo, es aplicar juicio. He visto proponer flujos de pago técnicamente funcionales que ignoran la accesibilidad, o pantallas de recomendación que se sienten más como trampas manipulativas que como guía centrada en el usuario.
Ahí entro yo. Mi trabajo no es aprobar sin pensar lo que arroja un algoritmo. Mi trabajo es preguntar si respeta a la persona usuaria, si es consistente con la marca y si realmente resuelve el problema.
La IA acelera la fase del y si. Pero la responsabilidad del debemos sigue siendo humana.
Más espacio para explorar. Un beneficio inesperado del prototipado asistido por IA es que fomenta la exploración. Antes quizá maquetaba dos o tres variaciones por presión de tiempo. Ahora genero diez, me quedo con las dos prometedoras y descarto el resto.
Esta abundancia me permite testear más hipótesis antes. Vuelve el proceso menos rígido y más lúdico. El costo del error cae, y eso me hace más audaz.
Colaboración en tiempo real. Otro cambio es cómo la IA transforma la colaboración. En lugar de esperar días para preparar un prototipo pulido, genero un borrador en una reunión e invito a recibir comentarios al instante.
Esa inmediatez hace que los equipos se sientan cocreadores y no solo revisores. También desplaza la conversación: no debatimos si el prototipo está lo suficientemente acabado, hablamos de la idea en sí.
Dónde trazo la línea. Sigo siendo deliberado con hasta dónde dejo entrar a la IA. Para afinar movimiento, escribir microcopy o diseñar estados de error, quiero intencionalidad humana. En esos momentos se percibe si un producto respeta o no a sus usuarios.
Esa responsabilidad no la externalizo.
Mirando hacia adelante. No creo que la IA sea el futuro del prototipado, creo que es el futuro de comenzar. Es el botón de avance rápido que me lleva antes a las partes interesantes.
Pero el oficio, la empatía, el criterio y el cuidado siguen en nuestras manos. Y honestamente, no lo querría de otra forma.
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