Desde el primer instante de mi graduación, me asaltó una duda esencial sobre el significado de la educación. Para mí, la educación es un habilitador y todos los métodos para enseñar son simples facilitadores. Me preguntaba qué sabría hacer con las manos una vez obtenido mi título de ingeniería. No quería convertirme en un repetidor de teoría sin oficio. Si un ingeniero de software no es capaz de construir programas reales que funcionen, su formación pierde sentido. La teoría es valiosa, pero lo que importa es convertirla en práctica útil.
Releyendo a pensadores que admiré en mi etapa universitaria, entendí una verdad simple: se puede hablar y razonar durante años, pero sin experiencia directa no hay comprensión profunda. Nadie se vuelve cirujano solo con libros, ni conoce un país con un mapa; los mapas despiertan curiosidad, pero la experiencia es la que transforma.
Quien observe la industria TI notará una realidad incómoda: abundan mandos intermedios y directivos incapaces de interpretar un concepto básico de programación. En cualquier disciplina pasa lo mismo: si un ingeniero automotriz necesita llamar al mecánico cada vez que su coche falla, el título no cumple su propósito.
En India solemos valorar más las notas que la competencia real. Un 90 por ciento no garantiza la efectividad de un ingeniero. Conozco colegas que eligieron ingeniería por la promesa de empleo y no por vocación. También hay quienes prefieren que otros sigan en la oscuridad para lucrarse con su desconocimiento. Ese camino no construye una sociedad ética ni próspera.
Por eso abracé el software libre: porque ofrece libertad antes que gratuidad. Claro que tiene límites y exige superar una curva de aprendizaje pronunciada, sin demasiada guía para principiantes. He usado Ubuntu, Eclipse y Android, y aunque todavía no he contribuido con correcciones de errores, procuro aportar a la comunidad del aprendizaje a través de un blog técnico y proyectos prácticos.
Sé que no puedo cambiar en solitario la forma en que se practica la educación, y sé que no es fácil ir a contracorriente. Aun así, deseo que más personas influyentes adopten esta mirada: menos memorización, más resolución de problemas reales, más proyectos que conecten con necesidades del mundo y más espacios donde equivocarse sea parte del proceso formativo.
En ese espíritu, en Q2BSTUDIO impulsamos el aprendizaje aplicado a través de retos reales de negocio. Somos una empresa de desarrollo de software que crea aplicaciones a medida y software a medida con equipos que aprenden haciendo, desde la arquitectura hasta el despliegue y la observabilidad. Trabajamos con metodologías que convierten la teoría en resultados medibles: prototipos tempranos, iteración continua y validación con usuarios.
Nuestro enfoque se apoya en inteligencia artificial práctica y responsable. Diseñamos IA para empresas con agentes IA que automatizan tareas, extraen insights y elevan la productividad sin perder el control humano. Complementamos con ciberseguridad avanzada y pentesting, servicios cloud aws y azure, y automatización de procesos para acelerar la entrega con calidad y resiliencia.
La toma de decisiones se fortalece con datos. Por eso ofrecemos servicios inteligencia de negocio, cuadros de mando con power bi y analítica accionable para alinear tecnología y objetivos. Porque educarse también es medir, aprender del dato y mejorar en ciclos cortos.
Creo que la educación cobra sentido cuando habilita a crear, a resolver problemas y a compartir conocimiento. Esa es la brújula que guía mi forma de aprender y también la de Q2BSTUDIO: unir teoría y práctica para construir soluciones reales con inteligencia artificial, ciberseguridad y software a medida que impacten en las personas y en los negocios.