Preludio. Este texto recoge mi experiencia como ponente por primera vez en Carolina Codes 2025, un evento que combinó profundidad técnica, comunidad y conversaciones con impacto real en cómo construimos tecnología útil, accesible y centrada en las personas.
Qué es Carolina Code Conference. Es una conferencia tecnológica que reúne a desarrolladores, ingenieros y entusiastas del sur de Estados Unidos y más allá para compartir aprendizajes, proyectos y enfoques prácticos. La edición 2025 se celebró en el edificio Flywheel Coworking de Greenville SC. La agenda abarcó desde conceptos fundamentales de programación hasta IA aplicada, con un marcado foco en ciberseguridad y en una visión poliglota de las tecnologías.
Mi debut como ponente. Subir al escenario fuera de mi zona de confort habitual fue tan emocionante como retador. La atmósfera acogedora, la organización impecable y una comunidad muy abierta hicieron que la experiencia fluyera. Hubo espacio para todo: desde charlas técnicas hasta dinámicas curiosas como apertura de cerraduras, siempre con buen espíritu y mucha participación.
Sede, logística y experiencia. El recinto ofreció espacios cómodos, excelente conectividad y un flujo de sesiones muy bien orquestado. Los almuerzos de ambos días estuvieron bien coordinados y facilitaron el networking. Las pausas y los encuentros al final de cada jornada prolongaron conversaciones técnicas valiosas y dieron pie a conexiones duraderas.
Keynote de Matt Kelly Williams. Puso la diversión en los fundamentos y dejó tres ideas clave: ejecutar modelos de IA de forma local puede ser más sostenible a escala; los fundamentos como estructuras de datos y algoritmos importan más que nunca; y aprender puede ser divertido si desdramatizamos la teoría con ejemplos cercanos.
Ethan Foulkes y su decálogo para construir software con éxito. Subrayó la paradoja de la simplicidad aparente que exige gran complejidad interna, la diferencia entre alinear al equipo y alinear con el usuario, y la importancia de decidir qué no construir para evitar sobrecarga y deuda innecesaria.
Diana Pham y la ciencia detrás de la gamificación. Conectó biología y psicología con diseño de productos: mecánicas de juego bien aplicadas mejoran motivación y usabilidad; distintas personas se activan por motivaciones diferentes; y los hábitos de juego evolucionan con la edad abriendo nuevas oportunidades de diseño.
Duncan Michel y regex sin miedo. Demostró que, con práctica, las expresiones regulares son herramientas fiables para validar, extraer y limpiar datos, con aplicaciones claras en automatización con Python y en seguridad ofensiva y defensiva al detectar patrones maliciosos.
Sarah Matta y el sentido numérico del programador. Mostró cómo la matemática impregna tareas cotidianas de software, que el pensamiento matemático se entrena resolviendo problemas reales y que pequeños errores con decimales y precisión han generado fallos millonarios, por lo que entender estos conceptos es vital.
Doug Cone y el modding como palanca profesional. Relató cómo crear mods puede convertirse en carrera y generar ingresos; el pensamiento de desmontar y reconstruir sistemas es el mismo que usamos en desarrollo profesional; y las habilidades adquiridas se transfieren a áreas como ciberseguridad, análisis de datos e IA.
Trey Grainger y la búsqueda con IA que moldea lo que vemos. Explicó cómo los algoritmos deciden qué resultados, contenidos y recomendaciones aparecen; la complejidad de combinar trazado de clics, filtrado colaborativo y modelos de lenguaje; y cómo estos mismos enfoques pueden potenciar proyectos propios para organizar información y automatizar investigación.
Personas y conversaciones que suman. Con Barry Jones debatimos por qué medir cuellos de botella puede superar a los puntos de historia en estimación. Con Redvers Davies comprobamos que la IA puede sonar convincente y aun así errar en nichos como Pony lang, y me llevé recomendaciones memorables. Con James Lowden quedó pendiente profundizar en la influencia histórica de Bell Labs. Con Eugene Willis contrastamos usos de la tecnología en academia y empresa. Con David Mackey revisamos cómo cambian lenguajes y herramientas, pero permanecen los principios de resolución de problemas.
Gracias a quienes lo hicieron posible. La atención al detalle del equipo organizador y del voluntariado se notó en cada punto: soporte a ponentes, logística del venue y un programa que invitó a aprender y conectar sin fricciones.
Eventos de networking. La bienvenida en Gather fue cálida y propició charlas a fondo. El encuentro en New Realm Brewing, impulsado por Vonage, extendió debates del día 1 en un paseo inspirador por el downtown de Greenville. Y en Fireforge cerramos la conferencia conversando con muchas personas ponentes en un ambiente cercano y festivo.
Resumen y aprendizajes. Cinco ideas me llevo de Carolina Codes 2025: dominar fundamentos multiplica el impacto a medida que la tecnología avanza; conectar disciplinas dispares es caldo de cultivo para la innovación; la comunidad acelera el aprendizaje continuo mucho más allá del evento; la práctica y la aplicación real superan a la teoría aislada; y cada decisión técnica tiene consecuencias humanas que debemos considerar con responsabilidad.
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Cierre. Carolina Codes 2025 combinó profundidad técnica y construcción de comunidad de un modo que inspira a seguir compartiendo conocimiento, iterar con propósito y construir tecnología útil, aplicable y humana.