Los inversores acaban de malgastar 13 mil millones en Anthropic porque no entienden que la IA es regional. Durante meses, casi todos los pitch decks repiten la promesa de convertirse en el AWS de la inteligencia, una infraestructura fundacional, la metáfora de picos y palas de la fiebre del oro de la IA. Esa narrativa ha inflado valoraciones y empuja a que OpenAI, Anthropic, Mistral o xAI se valoren como si fueran a poseer la capa de cognición del planeta.
La realidad es más simple y más dura: la IA no es SaaS, es infraestructura estratégica. Y la infraestructura estratégica no se subcontrata a un adversario ni se deja a merced de un oligopolio extranjero.
¿Permitiría China que una teleco estadounidense controlara sus torres 5G? ¿Autorizaría Rusia que una empresa de Estados Unidos operase su red eléctrica? ¿Aceptaría India que firmas foráneas dirigieran sus satélites? Rotundamente no. Es un asunto de soberanía nacional.
La IA es lo mismo. La capa de pensamiento de un país, la forma en que población, fuerzas armadas y empresas interactúan con sistemas cognitivos, es demasiado crítica para externalizarla. Por eso China no usa OpenAI y acelera sus pilas Baidu, Alibaba y Huawei. La Unión Europea financia destilaciones de LLaMA y Mistral. Emiratos Árabes Unidos lanzó Falcon. India debate abiertamente la soberanía de la IA.
La fractura que viene hace saltar por los aires el sueño del monopolio global. En el mejor de los casos, firmas de Estados Unidos dominarán el bloque aliado de Estados Unidos, Europa y algunos países de Asia. En el escenario más probable, el mundo se fragmentará en bloques, cada uno con su pila soberana. Igual que ocurre con telecomunicaciones, redes energéticas o fábricas de chips, será estratégico, por bloques y fuertemente regulado.
¿Por qué las valoraciones siguen desatadas? Porque el mercado aún busca exposición a la IA a cualquier precio, hay escasez de activos en los que invertir y muchos inversores confían en salir a bolsa o vender antes de que la realidad técnica, regulatoria y geopolítica imponga sus límites.
El filo de la navaja está claro: cuando maduren las pilas soberanas de destilación, baratas, locales y entrenadas con datos domésticos, se acabará el relato de picos y palas universales. OpenAI no será el AWS de la cognición mundial, será el AWS de la cognición estadounidense. Enorme, sí, pero no global. Y eso implica una historia de valoración muy diferente.
Conclusión operativa para developers y fundadores: no construyas asumiendo que una sola compañía operará la capa de IA del planeta. Diseña para un mapa fracturado con bloque de Estados Unidos, bloque de China, bloque de la Unión Europea, bloque de Oriente Medio y bloque del Sur Global. Los ganadores no serán solo quienes entrenen el modelo más grande, sino quienes consigan distribución, cumplimiento normativo y confianza dentro de su bloque.
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