Alguna vez te has preguntado cómo tu música, las llamadas de voz o incluso los videos pasan del mundo físico a los dispositivos digitales que usas a diario. La clave está en el procesamiento de señales, el arte de convertir una señal analógica en una representación digital lista para ser almacenada, transmitida y analizada.
En este artículo te muestro, paso a paso y con la lógica típica de una simulación en MATLAB, cómo generamos una onda senoidal analógica, la muestreamos, la cuantizamos y finalmente la codificamos en binario. Al final verás cómo una forma de onda continua se transforma en una secuencia de bits.
1. Generación de una señal analógica
Tomamos como referencia una senoidal de 100 Hz. Aunque MATLAB no maneja verdaderos continuos, se puede aproximar con un paso temporal muy fino para obtener una curva suave que usaremos como señal de referencia. Con un paso del orden de 0.0001 s en una ventana de 0.01 s, se obtiene la forma senoidal ideal para comparar con las versiones muestreadas.
2. Muestreo
Según el teorema de Nyquist, debemos muestrear al menos al doble de la frecuencia de la señal, es decir, 200 Hz para una senoidal de 100 Hz. Probando tres frecuencias de muestreo típicas, se observa lo siguiente:
– 150 Hz por debajo de Nyquist se produce aliasing y la señal queda distorsionada
– 200 Hz en el límite de Nyquist apenas captura la forma, el trazado luce dentado
– 500 Hz por encima de Nyquist el muestreo es limpio y se aproxima mucho mejor a la referencia analógica
3. Cuantización
Una vez muestreada, cada muestra debe mapearse a niveles de amplitud discretos. El número de bits define cuántos niveles hay y, por tanto, cuánta precisión obtenemos:
– 8 bits 256 niveles
– 16 bits 65536 niveles
– 64 bits prácticamente continuo a efectos prácticos
Con pocos bits aparecen escalones evidentes por el error de cuantización. Al aumentar los bits, la señal cuantizada se acerca tanto a la muestreada que la distorsión se vuelve casi imperceptible.
4. Codificación
El último paso es representar cada valor cuantizado como una palabra binaria. Si usamos 8 bits, cada muestra se convierte en un código binario de 8 bits. Al concatenar todos esos códigos se forma un flujo de bits digital, el formato preferido por los ordenadores y los sistemas de comunicación para transporte, compresión y almacenamiento.
Ideas clave
– Muestrear por debajo de Nyquist implica pérdida de información por aliasing
– Aumentar la frecuencia de muestreo mejora la calidad pero también el volumen de datos
– Más bits de cuantización reducen la distorsión, a costa de mayor ancho de banda y almacenamiento
– La onda analógica suave termina convertida en una larga secuencia de 1 y 0
Te animo a experimentar con distintas frecuencias, ventanas temporales y profundidades de bits para ver el equilibrio real entre precisión y eficiencia que aplican los sistemas del mundo real al digitalizar audio, voz o sensórica industrial.
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