Cuando me inscribí por primera vez como voluntario en el campamento Early Innovators de W.TEC pensé que sería simplemente una oportunidad para devolver algo a la comunidad. Lo que no imaginé fue cuánto me devolvería a mí en retorno. Ese campamento no es solo actividades de verano; es un espacio para fomentar la creatividad, la capacidad de resolver problemas y la confianza en la tecnología en la próxima generación. Durante dos semanas tuve el privilegio de desempeñar un doble papel como facilitador y patrocinador, y resultó ser una de las experiencias más significativas de mi trayectoria en tecnología hasta ahora.
Decidí apoyar de una forma concreta y patrociné a dos niños para que pudieran asistir al campamento, ofreciéndoles acceso a un entorno que tal vez no habrían conocido de otra manera. Verlos sumergirse en las actividades, levantar la mano con entusiasmo y compartir su emoción con los demás fue profundamente gratificante. Me recordó que el impacto no siempre proviene de grandes gestos; a veces son los pasos pequeños los que generan ondas de cambio. Ver cómo aumentaba su confianza en esas dos semanas confirmó que el acceso a oportunidades puede ser la diferencia entre un potencial dormido y un potencial liberado.
También tuve la oportunidad de dirigir sesiones prácticas y divertidas. Dos de mis favoritas fueron el experimento de la flor de papel tisú que combina ciencia y arte para mostrar cómo materiales cotidianos pueden transformarse, y el experimento del cohete con globos que demostró de forma lúdica la tercera ley de Newton. Ver a los niños reír, gritar y correr tras los globos mientras aprendían sin darse cuenta un principio esencial de la física fue invaluable. Sus constantes preguntas de por qué y cómo me recordaron que la curiosidad es el motor de la innovación.
Una de las partes más enriquecedoras del campamento fue aprender junto a los niños. Pude asistir a sesiones impartidas por mis colegas Nifesimi y Abraham, que enseñaron robótica, carros controlados a distancia y dibujo artístico. Ver cómo descomponían conceptos complejos en lecciones atractivas y digeribles fue inspirador. Fuera de las sesiones formales, el aprendizaje continuó con reuniones para ver y comentar anime, debates espontáneos sobre qué superhéroe tenía los mejores poderes y paseos llenos de risas después del almuerzo. El campamento creó una comunidad donde los niños podían explorar ideas en un ambiente relajado y abierto, recordándome que las lecciones más poderosas a menudo no se enseñan de forma estricta, sino que se viven y se comparten.
Detrás de escena, el campamento fue posible gracias a un equipo de voluntarios apasionados: Abraham, Nifesimi, Joy, Debbie y Stella, que entregaron su energía para crear un espacio seguro, divertido e inspirador. Cada persona aportó algo único: paciencia para guiar a los niños frente a los retos, humor que mantenía el ambiente ligero y creatividad para convertir lecciones ordinarias en experiencias memorables. Trabajar con ellos me recordó lo mucho más fuertes que somos cuando nos une una misión común. Juntos no fuimos solo facilitadores; fuimos mentores, modelos a seguir, animadores y a veces hasta alumnos. Ese espíritu de colaboración hizo que el campamento se sintiera menos como trabajo y más como una familia.
Cuando el campamento terminó sentí una nostalgia profunda. Mandé un mensaje a mis compañeros facilitadores diciendo que ya extrañaba a los niños y que aquellas dos semanas habían sido muy significativas, y lo decía totalmente en serio. Ser voluntario fue un privilegio, pero la verdadera recompensa fue ver la chispa de posibilidad encenderse en mentes jóvenes. Ser testigo de su crecimiento reafirmó la importancia de crear acceso a oportunidades como esta.
El Early Innovators Camp de W.TEC demuestra que cuando mezclas diversión, tecnología y mentoría no solo creas actividades de verano, moldeas futuros. Me fui con el corazón lleno de gratitud, inspirado por los niños, mis compañeros facilitadores y el equipo de W.TEC, y ya espero con ganas ser parte de este viaje otra vez.
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A la comunidad de W.TEC, a los facilitadores y, sobre todo, a los niños: gracias por hacer que esas dos semanas fueran inolvidables. Y si buscas construir una solución tecnológica que impulse aprendizaje y transformación, descubre cómo nuestras aplicaciones a medida pueden marcar la diferencia.